EL POSITIVISMO
Tomado y adaptado por Magister David García Vanegas de Eladio Román Urbina Tortolero y Yurby Rossi
Web: monografías.com, 01-27-2010.
Consiste en no admitir como validos científicamente otros conocimientos, sino los que proceden de la experiencia, rechazando, por tanto, toda noción a priori y todo concepto universal y absoluto.
El hecho es la única realidad científica, y la experiencia y la inducción, los métodos exclusivos de la ciencia. Por su lado negativo, el positivismo es negación de todo ideal, de los principios absolutos y necesarios de la razón, es decir, de la metafísica.
El positivismo es una mutilación de la inteligencia humana, que hace posible, no sólo, la metafísica, sino la ciencia misma. Esta, sin los principios ideales, queda reducida a una nomenclatura de hechos, y la ciencia es una colección de experiencias, sino la idea general, la ley que interpreta la experiencia y la traspasa. Considerado como sistema religioso, el positivismo es el culto de la humanidad como ser total y simple o singular.
Evolución.
Indudablemente el Positivismo aparece en un momento histórico (finales del Siglo XIX y comienzos del XX), cuyo terreno había sido abonado por innumerables cambios tecnológicos como los acontecidos por la Revolución Industrial, coincidiendo a la vez, con el decaimiento del sentido metafísico y religioso del conocimiento.
El ser humano, al no obtener las respuestas esperadas en la religión, en su búsqueda y peregrinaje permanente, por saber el porqué de las cosas, fija su atención en la ciencia, ya que la misma le brinda seguridad, confianza y confort. Ya no es la humanidad, a merced de la naturaleza, más bien es un ser, que encuentra respuestas lógicas al estudiar en forma analítica, los mecanismos de los objetos que se encuentran en su alrededor.
Y en este marco, con los cimientos antes mencionados, germina la semilla del Positivismo, doctrina que Comte resume bien, a través de su Ley de los Tres Estadios, marcando así el comienzo de la Historicidad del Conocimiento Humano.
A partir de este momento, la realidad se va a encontrar limitada por coordenadas de Tiempo, espacio y masa, puesto que solo considera la posibilidad de estudiar científicamente los hechos, los fenómenos, el dato experimentable, lo observable, lo verificable para lograr el progreso de la sociedad, y ello, solo se puede alcanzar a través de la ciencia, considerada desde Hegel, como la expresión más pura de la Racionalidad de la cultura. Esta, se propone a entender el mundo real, definir sus relaciones, leyes y características de la manera más objetiva, independientemente de la subjetividad de los investigadores, de los orígenes y condiciones psico-sociales del descubrimiento o de sus aplicaciones prácticas, utilizando en todo momento, la verificación en la experiencia y en la observación de los fenómenos. Concepción que se expande hacia todas las ramas del saber, inclusive hacia los hechos sociales que también son tratados como cosas.
Comte eligió la palabra positivismo sobre la base de que señalaba la realidad y tendencia constructiva que él reclamó para el aspecto teórico de la doctrina. En general, se interesó por la reorganización de la vida social para el bien de la humanidad a través del conocimiento científico, y por esta vía, del control de las fuerzas naturales.
Los dos componentes principales del positivismo, la filosofía y el Gobierno (o programa de conducta individual y social), fueron más tarde unificados por Comte en un todo bajo la concepción de una religión, en la cual la humanidad era el objeto de culto. Numerosos discípulos de Comte rechazaron, no obstante, aceptar este desarrollo religioso de su pensamiento, porque parecía contradecir la filosofía positivista original. Muchas de las doctrinas de Comte fueron más tarde adaptadas y desarrolladas por los filósofos sociales británicos John Stuart Mill y Herbert Spencer así como por el filósofo y físico austriaco Ernst Mach.
Comte, Augusto (1798-1857).
Filósofo positivista francés, y uno de los pioneros de la sociología. Nació en Montpellier el 19 de enero de 1798. Desde muy temprana edad rechazó el catolicismo tradicional y también las doctrinas monárquicas. Logró ingresar en la Escuela Politécnica de París desde 1814 hasta 1816, pero fue expulsado por haber participado en una revuelta estudiantil. Durante algunos años fue secretario particular del teórico socialista Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon, cuya influencia quedaría reflejada en algunas de sus obras. Los últimos años del pensador francés quedaron marcados por la alienación mental, las crisis de locura en las que se sumía durante prolongados intervalos de tiempo. Murió en París el 5 de septiembre de 1857.
Para dar una respuesta a la revolución científica, política e industrial de su tiempo, Comte ofrecía una reorganización intelectual, moral y política del orden social. Adoptar una actitud científica era la clave, así lo pensaba, de cualquier reconstrucción.
Afirmaba que del estudio empírico del proceso histórico, en especial de la progresión de diversas ciencias interrelacionadas, se desprendía una ley que denominó de los tres estadios y que rige el desarrollo de la humanidad. Analizó estos estadios en su voluminosa obra Curso de filosofía positiva (6 vols., 1830-1842).
Dada la naturaleza de la mente humana, decía, cada una de las ciencias o ramas del saber debe pasar por "tres estadios teoréticos diferentes: el teológico o estadio ficticio; el metafísico o estadio abstracto; y por último, el científico o positivo". En el estadio teológico los acontecimientos se explican de un modo muy elemental apelando a la voluntad de los dioses o de un dios. En el estadio metafísico los fenómenos se explican invocando categorías filosóficas abstractas. El último estadio de esta evolución, el científico o positivo, se empeña en explicar todos los hechos mediante la aclaración material de las causas. Toda la atención debe centrarse en averiguar cómo se producen los fenómenos con la intención de llegar a generalizaciones sujetas a su vez a verificaciones observacionales y comprobables.
La obra de Comte es considerada como la expresión clásica de la actitud positivista, es decir, la actitud de quien afirma que tan sólo las ciencias empíricas son la adecuada fuente de conocimiento.
Cada uno de estos estadios, afirmaba Comte, tiene su correlato en determinadas actitudes políticas. El estadio teológico tiene su reflejo en esas nociones que hablan del Derecho divino de los reyes. El estadio metafísico incluye algunos conceptos tales como el contrato social, la igualdad de las personas o la soberanía popular. El estadio positivo se caracteriza por el análisis científico o "sociológico" (término acuñado por Comte) de la organización política. Bastante crítico con los procedimientos democráticos, Comte anhelaba una sociedad estable gobernada por una minoría de doctos que empleara métodos de la ciencia para resolver los problemas humanos y para imponer las nuevas condiciones sociales.
Aunque rechazaba la creencia en un ser transcendente, reconocía Comte el valor de la religión, pues contribuía a la estabilidad social. En su obra Sistema de Política Positiva (1851-1854; 1875-1877), propone una religión de la humanidad que estimulara una benéfica conducta social. La mayor relevancia de Comte, sin embargo, se deriva de su influencia en el desarrollo del positivismo.
La Ley de los tres Estados.
Según Comte, los conocimientos pasan por tres estados teóricos distintos, tanto en el individuo como en la especie humana. La ley de los tres estados, fundamento de la filosofía positiva, es, a la vez, una teoría del conocimiento y una filosofía de la historia. Estos tres estados se llaman: Teológico, Metafísico y Positivo.
Estado Teológico:
Es ficticio, provisional y preparatorio. En él, la mente busca las causas y los principios de las cosas, lo más profundo, lejano e inasequible. Hay en él tres fases distintas:
Fetichismo: en que se personifican las cosas y se les atribuye un poder mágico o divino.
Politeísmo: en que la animación es retirada de las cosas materiales para trasladarla a una serie de divinidades, cada una de las cuales presenta un grupo de poderes: las aguas, los ríos, los bosques, etc.
Monoteísmo: la fase superior, en que todos esos poderes divinos quedan reunidos y concentrados en uno llamado Dios.
En este estado, predomina la imaginación, y corresponde a la infancia de la humanidad. Es también, la disposición primaria de la mente, en la que se vuelve a caer en todas las épocas, y solo una lenta evolución puede hacer que el espíritu humano se aparte de esta concepción para pasar a otra. El papel histórico del estado teológico es irremplazable.
Estado Metafísico:
O estado abstracto, es esencialmente crítico, y de transición, Es una etapa intermedia entre el estado teológico y el positivo. En él se siguen buscando los conocimientos absolutos. La metafísica intenta explicar la naturaleza de los seres, su esencia, sus causas. Pero para ello no recurren a agentes sobrenaturales, sino a entidades abstractas que le confieren su nombre de ontología.
Las ideas de principio, causa, sustancia, esencia, designan algo distinto de las cosas, si bien inherente a ellas, más próximo a ellas; la mente que se lanzaba tras lo lejano, se va acercando paso a paso a las cosas, y así como en el estado anterior que los poderes se resumían en el concepto de Dios, aquí es la naturaleza, la gran entidad general que lo sustituye; pero esta unidad es más débil, tanto mental como socialmente, y el carácter del estado metafísico, es sobre todo crítico y negativo, de preparación del paso al estado positivo; una especie de crisis de pubertad en el espíritu humano, antes de llegar a la edad adulta.
Estado Positivo:
Es real, es definitivo. En él la imaginación queda subordinada a la observación. La mente humana se atiene a las cosas. El positivismo busca sólo hechos y sus leyes. No causas ni principios de las esencias o sustancias. Todo esto es inaccesible. El positivismo se atiene a lo positivo, a lo que está puesto o dado: es la filosofía del dato. La mente, en un largo retroceso, se detiene a al fin ante las cosas. Renuncia a lo que es vano intentar conocer, y busca sólo las leyes de los fenómenos.
El Carácter Social del Espíritu Positivo.
El espíritu positivo tiene que fundar un orden social. La constitución de un saber positivo es la condición de que haya una autoridad social suficiente, y esto refuerza el carácter histórico del positivismo.
Comte, fundador de la Sociología, intenta llevar al estado positivo el estudio de la Humanidad colectiva, es decir, convertirlo en ciencia positiva. En la sociedad rige también, y principalmente, la ley de los tres estados, y hay otras tantas etapas, de las cuales, en una domina lo militar.
Comte valora altamente el papel de organización que corresponde a la iglesia católica; en la época metafísica, corresponde la influencia social a los legistas; es la época de la irrupción de las clases medias, el paso de la sociedad militar a la sociedad económica; es un período de transición, crítico y disolvente; el protestantismo contribuye a esta disolución. Por último, al estado positivo corresponde la época industrial, regida por los intereses económicos, y en ella se ha de restablecer el orden social, y este ha de fundarse en un poder mental y social.
El Positivismo y La Filosofía.
Es aparentemente, una reflexión sobre la ciencia. Después de agotadas éstas, no queda un objeto independiente para la filosofía, sino ellas mismas; la filosofía se convierte en teoría de la ciencia. Así, la ciencia positiva adquiere unidad y conciencia de sí propia. Pero la filosofía, claro es, desaparece; y esto es lo que ocurre con el movimiento positivo del siglo XIX, que tiene muy poco que ver con la filosofía.
Pero en Comte mismo no es así. Aparte de lo que cree hacer hay lo que efectivamente hace. Y hemos visto que:
-Es una filosofía de la historia (la ley de los tres estados).
-Una teoría metafísica de la realidad, entendida con caracteres tan originales y tan nuevos como el ser social, histórica y relativa.
-Una disciplina filosófica entera, la ciencia de la sociedad; hasta el punto de que la sociología, en manos de los sociólogos posteriores, no ha llegado nunca a la profundidad de visión que alcanzó en su fundador.
Este es, en definitiva, el aspecto más verdadero e interesante del positivismo, el que hace que sea realmente, a despecho de todas las apariencias y aun de todos los positivistas, filosofía.
El Sentido Del Positivismo.
Esta ciencia positiva es una disciplina de modestia; y esta es su virtud. El saber positivo se atiene humildemente a las cosas; se queda ante ellas, sin intervenir, sin saltar por encima para lanzarse a falaces juegos de ideas; ya no pide causas, sino sólo leyes. Y gracias a esta austeridad logra esas leyes; y las posee con precisión y con certeza.
Una y otra vez vuelve Comte, del modo más explícito, al problema de la historia, y la reclama como dominio propio de la filosofía positiva. En esta relación se da el carácter histórico de esta filosofía, que puede explicar el pasado entero.
Doctrina del Positivismo
Comte eligió la palabra Positivismo sobre la base que señalaba la realidad y tendencia constructiva que él reclamó para el aspecto teórico de la doctrina. Se interesó por la reorganización de la vida social para el bien de la humanidad a través del conocimiento científico, y por esta vía, del control de las fuerzas naturales. Los dos componentes principales del Positivismo: la Filosofía y el Gobierno (o programas de conductas individual y social), fueron más tardes unificados en todo bajo la concepción de una religión en la cual la realidad es el objeto de culto.
El Positivismo no admite como válido científicamente otros conocimientos, sino los que proceden de la experiencia, rechazando toda noción a priori y todo concepto total y absoluto, por lo que apoya el relativismo del conocimiento. El hecho es la única realidad científica, y la experiencia y la inducción, los métodos exclusivos de la ciencia.
El Positivismo es, antes que nada, una Teoría de Historia y un intento de construir una teoría de la sociedad humana es decir una sociología. El dogma del progreso y los tres estados de la sociedad (de Comte), son las dos columnas fundamentales que la sostiene. La base del planteamiento de Comte consiste en afirmar que todo enunciado o proposición que no se corresponda al simple testimonio de un hecho, no encierra ningún sentido real e inteligible.
Algunas ideas centrales de su pensamiento son: la concepción historicista del desarrollo de la ciencia y de la razón; las cuales él desarrolla en tres estados fundamentales, es decir, la historia del pensamiento transitó por tres senderos y en el último radica la verdad clara y demostrada
Comte intenta fijar el sentido de la palabra positivo, analizando las diversas acepciones de la misma:
1) Positivo como real por oposición a quimérico
2) Útil en contraste con inútil
3) Certeza frente a indecisión
4) Preciso frente a vago
5) Positivo como contrario a negativo y/o Relativo en contra de absoluto
Estas precisiones semánticas pueden sirven para ir acotando cuál es la verdadera esencia de la teoría positivista del conocimiento.
1)La exigencia de realidad es el postulado fundamental. Comte nos aclara que con esta exigencia se pretende limitar el conocimiento filosófico "a las investigaciones verdaderamente asequibles a nuestra inteligencia, con exclusión permanente de los impenetrables misterios con que se ocupaba, sobre todo en su infancia" (Alsina, 2000).
Lo asequible a nuestra inteligencia es lo que el Positivismo llama los hechos. Comte establece "como regla fundamental que toda proposición que no pueda reducirse estrictamente al mero enunciado de un hecho particular o general no puede ofrecer ningún sentido real e inteligible" (Alsina, 2000); definiendo los hechos como las cosas o acontecimientos accesibles a la observación, o dicho de otra manera, fenómenos u objetos de experiencia.
Esta exigencia va contra toda construcción especulativa, contra toda elaboración a priori o puramente racional del conocimiento, en definitiva, contra toda metafísica o todo cuanto no sea sensible – material (Materialismo), valiéndose del Empirismo para reducir por completo todo conocimiento a sensaciones sensibles, por medio de regularidades observadas en los fenómenos, a las cuales se llega a través de la observación por procedimientos inductivos.
2)Comte precisa el sentido de la palabra utilidad: el verdadero conocimiento no tiene un fin en sí mismo (no es "una estéril curiosidad"), sino en el "mejoramiento continuo de nuestra identidad individual y colectiva". Es decir, el conocimiento científico, aparte de su utilidad instrumental y tecnológica, contribuye a un mejoramiento del ser humano.
El gran destino práctico de la positividad, al hacer al ser humano fin último de todo saber, postula también una ciencia de lo social, lo moral y lo político, unificada por Comte en la sociología, con sus técnicas correspondientes. Sin embargo, las precisiones de Comte, no pueden evitar la idea de utilidad asociada al conocimiento interpretado en el sentido pragmático de conocimiento aplicado y tecnológico.
3)Certeza frente a indecisión, revela el utopismo y refleja el exceso de optimismo que anima a Comte, y como tal hay que relegarlo al cajón de las grandes ilusiones no confirmadas por el fallo inapelable de la historia, lo cual no es óbice para que no sigan formando parte del repertorio ideológico de la modernidad, con aggiornamentos continuados (Alsina, 2000).
4)Precisión frente a vaguedad. El gran desarrollo de la tecnología y la revolución industrial no podían fundamentarse en conceptos vagos y confusos, y así nos habla Comte del "grado de precisión compatible con la naturaleza de los fenómenos" y de que "el pensamiento de una acción final recuerda siempre la condición de una precisión conveniente" (Alsina, 2000).
5)Positivo como contrario a negativo y/o Relativo en contra de absoluto. Ambas acepciones permiten la entrada a un nuevo tema: El sentido histórico, ya que la historicidad de la raza humana, junto al nacimiento de la Sociología, vislumbran el más profundo hallazgo del Positivismo.
La historicidad del ser humano plantea la relatividad del conocimiento: "El estudio de los fenómenos, en lugar de poder llegar a ser, en modo alguno, absoluto, debe permanecer siempre relativo a nuestra organización-oposición" (Alsina, 2000). Es decir que la valoración de una teoría científica deberá hacerse en función de las circunstancias históricas que la rodean.
Al descubrir la historicidad humana, Comte descubre también la historicidad de la ciencia. Como consecuencia directa de este relativismo e historicismo se plantea por primera vez la existencia de la Historia de la Ciencia como disciplina autónoma; pero los propios dogmas del Positivismo frustran en parte las expectativas de un descubrimiento tan importante como es la historicidad del conocimiento.
La ciencia se contextualiza en función de su época, de su momento histórico, pero a su vez, este momento histórico se ve siempre en relación con el Gran final, con el advenimiento del espíritu positivo, y al llegar aquí el movimiento de la historia se detiene, y lo que era relativo deviene ahora en lo absoluto. Además, la creencia de que la historia tiene un motor propio se traslada también a la historia de la ciencia, deduciéndose de aquí que la ciencia tiene un movimiento propio y autónomo de su entorno social e histórico.
Finalmente se tiene como una temática fundamental en el discurso positivista: la unidad de la ciencia. Comte la vincula, directamente a la dinámica social, reafirmando una vez más la tesis de que el Positivismo es, más que una Filosofía o una Filosofía de la Ciencia, una Teoría de la Historia.
Los compartimentos estancos del conocimiento humano, que llamamos las ciencias, deben articularse en una superior unidad, una unidad sistemática determinada por su origen y destino común. En la mente humana esta unificación dará lugar a la armonía mental, de tipo universal, a la que aspira Comte, y esto se producirá indefectiblemente cuando la totalidad de los conocimientos humanos hayan alcanzado el estado positivo.
Pero además de definir este ideal de la unificación de la ciencia, que sus herederos neopositivistas han intentado llevar a la práctica, Comte clasifica y jerarquiza las ciencias, añadiendo además una discriminación entre las auténticas ciencias, las positivas, y las que no lo son. La Psicología, por ejemplo, no es admitida entre las ciencias.
Partiendo desde su base matemática, las ciencias positivas son jerarquizadas según su grado de generaIidad decreciente y de complejidad creciente: astronomía, física, química, biología y sociología. Esta ordenación es a la vez lógica, histórica y pedagógica. Nos indica el orden en que han ido apareciendo las distintas ciencias, nos indica a la vez la lógica interna del proceso según los dos parámetros arriba indicados, y nos indica también el orden en que deben ser enseñadas en una educación positiva. Respecto al orden histórico cabe añadir el comentario de que no responde a la realidad: las distintas ciencias no han aparecido en el orden que Comte quiere imponer. Otra vez la especulación, el debe ser, la deducción a partir de unos postulados se impone sobre la observación: de nuevo triunfa la metafísica.
El desarrollo de la técnica y el progreso de la ciencia acreditaron el estadio positivo de la ciencias naturales junto al dinamismo que supuso la teoría evolucionista de Darwin, la cual fue avalada en la compendiosa obra de H. Spencer cuya directriz está fundamentada en la evolución natural, en virtud de una ley que rige el paso de lo homogéneo a lo heterogéneo, de lo indefinido a lo definido, de lo simple a lo complejo. Spencer aducía, que la evolución se aplica a todas las formas de la existencia cósmica y a todas las ciencias, en general integración de materia y disipación concomitante del movimiento; desde este punto de vista, es un fenómeno mecánico, evidenciable en la biología cuando muestra, el paso de lo homogéneo a lo heterogéneo en la transformación de las células fecundadas en organismo vivo.
En la psicología explica la génesis de los procesos psíquicos por una adaptación progresiva de un estado interno, simple al principio, a un medio que cada vez va siendo más complejo; dicha adaptación origina las diversas funciones mentales.
En cuanto a la sociología, Spencer señala que en todo organismo social y en cada órgano en particular (en la familia, en el Estado, en la Iglesia), existe una complejidad creciente y una densidad cada vez mayor. Dada la radical identidad de la sustancia universal, todos los fenómenos de la naturaleza forman una serie en la que no hay lugar a fisuras, ni a ninguna creación: los hechos psico-sociológicos nacen de los hechos biológicos y estos a su vez, nacen de los fenómenos físicos y cósmicos; la creciente complejidad es suficiente para explicar la aparición de los reinos superiores.
No obstante, Mill consideró necesario crear un método que permitiera la indagación de dichos fenómenos de manera positiva, postulando el método inductivo como vía científica del conocimiento. Considera que la experiencia suministra los datos, los fenómenos; razón por la cual establece cuatro reglas para averiguar sus antecedentes:
-La Concordancia: que consiste en la observación de un fenómeno y sus circunstancias antecedentes, si las cambiamos todas menos una y el fenómeno sigue dándose, la conclusión es que esta última circunstancia es la causa del fenómeno observado.
-La Diferencia: si se suprime una circunstancia antecedente y, como consecuencia, desaparece el fenómeno, se puede afirmar que tal antecedente es la causa del fenómeno.
-Los Residuos: llegado el caso en que se conoce la causa de una parte del fenómeno, se debe considerar que el resto del fenómeno se debe a causas desconocidas aún.
-Las Variaciones Concomitantes: consiste en partir de los hechos y, mediante el uso de la inducción, llegar al establecimiento de las leyes físicas; es decir, cuando un fenómeno varía en función de otro, se podría afirmar que de tal fenómeno es efecto del segundo.
Mill funda su ciencia social en la voluntad y la creencia, toma el egoísmo como el principal motor de las relaciones humanas, considera los valores religiosos como simple colaboración, en los que la marcha humana va en la búsqueda moral. Afirma que el ser humano ante las necesidades materiales descubre que no existen soluciones espirituales, sino que esas soluciones se encuentran en la Sociología. La lógica la declara como una ciencia de prueba, lo mismo que a la Psicología como ciencia moral. Ya que, establece que: "La observación y la experimentación, por profunda que sea, no puede conducirnos al conocimiento absoluto de los fenómenos. Hay que partir, por tanto, de un cierto relativismo cognoscitivo"(Ramírez, Pág. 30, 2000).
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