Las diez categorías de Aristóteles
La metafísica aristotélica: la teoría de la sustancia
La teoría de la sustancia
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La sustancia es en Aristóteles la forma privilegiada de ser. El ser se dice de muchas maneras, pero fundamentalmente como sustancia, es decir, como aquello que no se da en un sujeto sino que es ello mismo sujeto. Las otras formas de ser se dan necesariamente en la sustancia, y Aristóteles las llama accidentes:
"Accidente se dice de lo que se encuentra en un ser y puede afirmarse con verdad, pero que no es, sin embargo, ni necesario ni ordinario"... "El accidente se produce, existe, pero no tiene la causa en sí mismo, y sólo existe en virtud de otra cosa. " ("Metafísica", libro V, 30).
Junto con la sustancia, constituyen las categorías del ser: cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, posición, estado, acción y pasión. ["El ser en sí tiene tantas acepciones como categorías hay, porque tantas cuantas se distingan otras tantas son la significaciones dadas al ser." ("Metafísica", libro V, 7)]. En la medida en que todas las formas de ser accidental remiten a la unidad de la sustancia, la unidad del ser queda garantizada:
"El ser se entiende de muchas maneras, pero estos diferentes sentidos se refieren a una sola cosa, a una misma naturaleza, no habiendo entre ellos sólo comunidad de nombre; mas así como por sano se entiende todo aquello que se refiere a la salud, lo que la conserva, lo que la produce, aquello de que es ella señal y aquello que la recibe; y así como por medicinal puede entenderse todo lo que se relaciona con la medicina, y significar ya aquello que posee el arte de la medicina, o bien lo que es propio de ella, o finalmente lo que es obra suya, como acontece con la mayor parte de las cosas; en igual forma el ser tiene muchas significaciones, pero todas se refieren a un principio único." ("Metafísica", libro IV, 2)
La sustancia es el individuo concreto y particular, lo que ordinariamente llamamos "cosas" u "objetos", es decir, esta mesa, este caballo, Sócrates, lo que es sujeto, aquello en lo que infieren las otras formas de ser, los accidentes. Frente a la irrealidad de las Ideas, el verdadero ser, la sustancia, ["Así el objeto de todas las indagaciones pasadas y presentes; la pregunta que eternamente se formula: ¿qué es el ser?, viene a reducirse esta: ¿qué es la sustancia?". ("Metafísica", libro VII, 1)], adquiere las características de la experiencia (concreto, particular) aunque, como veremos más adelante, sin perder por ello la referencia a lo universal, a la esencia. En la medida en que definimos un objeto, lo conocemos, por la esencia, ésta puede ser llamada también sustancia, pero sólo un sentido secundario. La sustancia primera, la sustancia propiamente dicha, el ser, es el individuo; la esencia, aquello por lo que conocemos el ser, es llamada por Aristóteles sustancia segunda.
"Sustancia se dice de los cuerpos simples, tales como la tierra, el fuego, el agua y todas las cosas análogas; y en general, de los cuerpos, así como de los animales, de los seres divinos que tienen cuerpo y de las partes de estos cuerpos. A todas estas cosas se llama sustancias, porque no son los atributos de un sujeto, sino que son ellas mismas sujetos de otros seres." ("Metafísica", libro V,
La sustancia es para Aristóteles un compuesto de materia (hyle) y forma (morphé). (De ahí el término hilemorfismo con el que tradicionalmente se ha designado la teoría de la sustancia aristotélica). En coherencia con la teoría de las cuatro causas del ser no cabría otra interpretación, pudiendo quedar subsumidas las otras dos causas, la eficiente y la final, en la causa formal. Ese compuesto de materia y forma es indisoluble, de modo que no es posible separar realmente una de la otra; sólo en el entendimiento dicha separación es posible, es decir, la materia y la forma sólo pueden ser pensadas como realidades distintas.
En efecto, si nos preguntamos por la materia de la que está hecha la casa, diremos que de ladrillos; pero los ladrillos a su vez, que son la materia de la casa, son una sustancia, es decir, un compuesto de materia y forma; si nos preguntamos por la materia de ladrillo nos encontraremos con otras sustancia, la arcilla o el barro; y si nos preguntamos por la materia de la arcilla nos volveremos a encontrar con otra sustancia, y así indefinidamente. Tan lejos como llevemos la investigación seremos incapaces de dar con la materia prima de la que están hechas las cosas, dado que la materia se presentará siempre indisolublemente unida a una forma; de ahí que Aristóteles nos hable de una materia próxima (escháte hyle) y de una materia remota o materia prima (próte hyle).
La materia próxima es, en realidad, la sustancia de la que están hechas las cosas, como decimos que el bronce es la materia de la estatua; la materia prima es, sin embargo, aquel sustrato último de la realidad, absolutamente incognoscible para nosotros ya que está desprovisto de toda forma y, por lo tanto, de toda cualidad. En este sentido, la concepción aristotélica de la materia recuerda el ápeiron de Anaximandro.
El apéiron es inmortal e indestructible, inengendrado e imperecedero; pero de él se engendran todas las cosas. Todo sale y todo vuelve al ápeiron según un ciclo necesario. De él se separan las sustancias opuestas entre sí en el mundo y cuando prevalece la una sobre la otra, se produce una reacción que restablece el equilibrio «según la necesidad, pues se pagan mutua pena y retribución por su injusticia según la disposición del tiempo» (Anaximandro).
Mientras que la forma representa la esencia del objeto, de la sustancia, lo que en ella hay de universal, la materia representa lo que hay de particular, de distinto en la sustancia. La materia es, pues, principio de individuacción: lo que distingue una sustancia de otra es la materia de la que está hecha (lo que diferencia esta mesa de aquella es la materia de la que está hecha cada una de ellas, no la forma, que es idéntica en ambas).
La forma, por el contrario, representa no solamente la esencia de cada ser, sino también su naturaleza; dado que la materia es incognoscible, conoceremos las sustancias por su forma, es decir, por lo que hay en ellas de universal y no de particular. En la medida en que la forma representa también la naturaleza, y siendo la naturaleza principio y causa del movimiento, Aristóteles introducirá en la sustancia la realidad misma del cambio y, con ello, la posibilidad de explicarlo.
La metafísica en Aristóteles como sistema categorial
Julio Ostalé García. Profesor Tutor de Filosofía en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Redactor, editor y docente
http://suite101.net/article/las-diez-categorias-de-aristoteles-a13429
Siempre que hablamos o pensamos lo hacemos de acuerdo a categorías. Aristóteles fue el primer filósofo en darse cuenta de ello
Las categorías conforman el entramado lógico con el cual pensamos y hablamos. Con su ayuda ordenamos la experiencia, los recuerdos, los planes de futuro; gracias a ellas clasificamos el mundo, lo organizamos y nos movemos dentro de él. A nivel colectivo, utilizamos categorías cada vez que nos comunicamos.
Los sustantivos y adjetivos que utiliza un orador; las características típicas de un coche (potencia, peso, precio, color, número de puertas, etc.); las diferentes columnas en una tabla de una base de datos. Todas estas unidades, en tanto permiten clasificar un dominio de la realidad, son categorías.
Las categorías en la metafísica de Aristóteles
Desde que Aristóteles (siglo IV a.C.) les dedicara un opúsculo titulado precisamente Categorías, éstas han sido objeto permanente de discusión filosófica. Su origen es jurídico: kategoreîn en griego clásico significaba hablar en contra de algo o de alguien.
Por ampliación del significado, Aristóteles entiende que una categoría es una predicación de alguna característica con respecto a algo o alguien. En otras palabras, una categoría sería el referente de un predicado.
En su metafísica se entienden como modos de ser; pero no modos cualesquiera (como blanco, azul o incluso color), sino los modos más generales (como cualidad). Los escolásticos dirán más tarde que las categorías, a las que también llaman "predicamentos", son los géneros supremos del ente finito. Sin embargo, el modo en que Aristóteles las discute, y el hecho de que Categorías sea el primero de sus tratados de lógica, hace pensar que las categorías son modos lingüísticos de predicación antes que modos metafísicos de ser.
¿Formas de ser o modalidades de predicación? No hay una respuesta sencilla. El propio Aristóteles no parece darle importancia, influido quizás por una identificación ingenua (común en su época) entre el modo de ser de las cosas y el modo en que las aprehendemos.
La sustancia como categoría fundamental
Aristóteles distingue en todo ente una sustancia permanente de unos accidentes variables. La sustancia fundamenta la individualidad y unidad del ente, organiza sus accidentes y además justifica la permanencia del ente a través del cambio. Menos conocido es que a esta sustancia concreta se le llama "sustancia primera" y que hay además una "sustancia segunda".
En Categorías, II, Aristóteles formula dos distinciones que afectan a "las cosas que existen", como él mismo dice. Se trata de un intento de cruzar dos pares de conceptos con el fin de clasificar todas las realidades en cuatro tipos no vacíos y distintos entre sí. Las distinciones son éstas:
-Toda realidad puede o bien predicarse de un sujeto (será un universal) o bien no predicarse de ningún sujeto (será un particular). Los universales son realidades cuyo nombre puede hacer de sujeto o de predicado: capital de un país, sentimiento, etc. Los particulares son realidades cuyo nombre sólo puede hacer de sujeto: París, este sentimiento de culpa.
-Toda realidad puede o bien estar en un sujeto (será un accidente) o bien ser un sujeto (será una sustancia). Es una distinción genuinamente filosófica. Dice Aristóteles que "está en un sujeto lo que se da en alguna cosa sin ser parte suya, no pudiendo existir fuera de la cosa en la que está" (Categorías, II, 1 a 25).
De la primera distinción aprendemos que los universales, más no los particulares, pueden funcionar como categorías. De la segunda distinción se sigue que hay ciertas realidades -las sustancias- que tienen cierta preeminencia sobre las demás. En la Edad Moderna se dirá frecuentemente que las sustancias son "subsistentes".
Al cruzar las dos distinciones se obtienen cuatro posibilidades:
1. Accidentes universales: el conocimiento, saber leer y escribir. Se dicen de un sujeto y están en un sujeto.
2. Accidentes particulares: este conocimiento gramatical concreto, este color blanco. No se dicen de ningún sujeto pero están en un sujeto.
3. Sustancias universales: hombre, caballo. Se dicen de un sujeto pero no están en ningún sujeto.
4. Sustancias particulares: este hombre individual, este caballo individual. No se dicen de ningún sujeto ni están en ningún sujeto.
Aristóteles llama "sustancias primeras" a las sustancias particulares, y "sustancias segundas" a las sustancias universales. Mientras que las sustancias primeras (las cosas concretas que nos rodean) son el objeto fundamental de su reflexión metafísica, las sustancias segundas son las que en principio (pues Aristóteles no siempre es claro en este punto) pueden entenderse como categorías.
Las diez categorías de Aristóteles
En Categorías, IV, Aristóteles expone su famosa lista de 10 categorías. Por desgracia, no dice cómo ha llegado hasta ellas. Se limita a enunciarlas, ilustrando cada una de ellas mediante ejemplos.
· Sustancia: hombre, caballo.
· Cantidad: de dos codos, de tres codos.
· Cualidad: blanco, gramatical.
· Relación: doble, mitad, mayor.
· Dónde: en el Liceo, en el ágora.
· Cuándo: ayer, el año pasado.
· Posición: yacer, estar sentado.
· Tener: va calzado, va armado.
· Hacer: cortar, quemar.
· Padecer: ser cortado, ser quemado.
Esta misma lista aparece en Tópicos, I, 9, aunque allí la primera categoría no es “sustancia” sino “qué es”, traducible por “esencia”. Más problemas comportan las listas de Metafísica, V, 7, Física, V, 1, Analíticos segundos, 22. Estas tres listas reconocen sólo 8 categorías, resultado de eliminar de la lista canónica la posición y el tener.
Sustancia y accidentes
Sustancia, cantidad, cualidad y relación son las categorías más importantes. La diferencia radical entre la sustancia y el resto de categorías se entiende mejor cuando relacionamos sustancia segunda con sustancia primera: aquélla nos da la esencia de ésta, mientras que el resto de categorías sólo nos informan de aspectos accidentales.
En cuanto a las demás categorías, debe decirse que son tan necesarias como la sustancia. Pueden darse de una u otra forma, pero deben darse. Cantidad, cualidad y relación son accidentes intrínsecos a la sustancia; dónde, cuándo, posición y posesión son extrínsecos; hacer y padecer son en parte intrínsecos y en parte extrínsecos.
La cantidad afecta a la sustancia primera a través de su materia. Las cualidades de la sustancia, en cambio, son accidentes que afectan a la sustancia por medio de su forma. Y la relación es un accidente que exige referencia a una segunda sustancia.
Etimología. La palabra es un cultismo de τὸ ἄπειρον (apéiron: sin límites, sin definición),"A" significa la negación de algo. Ápeiron significa lo indefinido, lo indeterminado (del griego apeihron, ilimitado), lo que no tiene fin. Concepto introducido por Anaximandro para designar la materia infinita, indeterminada. Para los pitagóricos, el ápeiron es un principio sin forma, sin límite y junto con su contrario -el «límite»- constituye la base de todo lo existente, este ápeiron es la unidad matemática, la cual confundieron con la unidad geométrica, para ellos era difícil pensar aun en conceptos abstractos, creyeron que el número era la sustancia material.
Uso. Se trata de un término usado por Anaximandro (filósofo griego) para referirse a aquello que para él era el principio de todo: algo indefinido que no era ni agua, ni tierra, ni aire, ni fuego, los elementos que consideraba esenciales, ya que si fuera uno de estos seria imposible la formación de su opuesto, si por ejemplo fuera agua, seria entonces imposible que se hubiera formado el fuego. Tomado de Wikipedia.